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lunes, 18 de agosto de 2008

Dia de medallas


Manuel Salinero / AS.COM | 23/08/2008

Que nunca llueve a gusto de todos es bien sabido, y que en España el dicho se cumple con demasiada frecuencia, también. El nuestro es un país tan proclive a las sequías como a las inundaciones, una tierra que oscila entre la sed de algunas zonas y la abundancia de otras, un mosaico donde los amarillentos campos de cereal abrasados por el sol conforman una hermosa simbiosis con los verdes pastos norteños.

De todas esas Españas, de la árida y de la de las verdes praderas, han salido los deportistas que han impulsado la actuación de España en los Juegos Olímpicos de Pekín.

En apenas una hora, la mañana del 23 de agosto vio llover medallas como no se recordaba desde Barcelona '92. Sólo fueron tres, es cierto, pero fueron tres preseas emocionantes, repletas de la ilusión que transmiten las jóvenes generaciones.

Entre la danza acuática de nuestras nadadoras y los robustos piragüistas puede que no haya ninguna sincronía más allá del entrenamiento y las exigencias que exige cada disciplina y a la que todos se entregan con férrea disciplina. Sin embargo, todos ellos, comparten un mismo destino: el agua.

Ellas, finas, estilizadas y elegantes en el agua; ellos, fuertes, robustos, poderosos brazos marineros a sus remos; todos le han regalado a España una marea de medallas que obliga a mirar al agua con el mayor de los respetos.

Las chicas de sincronizada, capitaneadas por dos veteranas como Andrea Mengual y Paola Tirados, han sabido hacerse un hueco entre las potencias del Este para dar a este otro país una medalla de plata por equipos histórica.

Minutos antes, un gallego, un pontevedrés de Cangas do Morrazo, clavó una de sus rodillas en la piragua rumbo a una medalla de la que sólo le separaban 500 metros. Y la consiguió, también de plata, el mismo metal que se colgó en su ancho cuello el día antes en una distancia doblemente exigente, los 1.000 metros.

La presea de Cal era la cuarta del piragüista gallego en unos Juegos Olímpicos. Un lustro antes, con sólo 20 años, se llevó un oro y otra plata en Atenas; con 24 años ha repetido el mérito -porque dos platas lo tienen-, y con 28... ya veremos de lo que es capaz este Cal dentro de cuatro años en los canales de Londres, mucho más semejantes a las densas y brumosas aguas de las rías gallegas en las que nuestro abanderado se curte durante el año.

Con lo que ya nadie contaba era con el oro de Craviotto y Carlos Pérez 'Perucho' en K2. Dos policías que se fueron a Pekín a remar y que han terminado por ganar la que, hasta ahora y junto al bronce en pista de la ciclista Olaberría, es posiblemente la medalla con más valor lograda por los deportistas españoles.

El triunfo de estos piragüistas supone el primer oro que consigue España en la disciplina de kayak en la historia de los Juegos Olímpicos, y la tercera medalla que nos otorgan las piraguas en la cita de Pekín. Además, no ha sido cualquier victoria, sino que ha llegado tras derrotar al K2 alemán, los máximos e indiscutibles candidatos al oro. En 500 metros los germanos no tenían rivales, acumulaban ocho años sin conocer la derrota, pero los españoles les han devuelto a la realidad.

Son tres medallas enormes, que sí se añaden a la individual obtenida por Genma Mengual en su baile acuático y a las dos que ha conseguido la vela, suman un total de siete medallas de las 17 que ya tiene aseguradas España en Pekín, un repertorio de triunfos merecidos que nos reconcilia con el nivel de nuestro deporte y que, además, dignifica el propósito de quienes no sólo luchan contra su propios límites sino tambien contra los que añade el terreno en el que se sumergen.

En el líquido elemento, donde cuentan que está el origen de todo, ha encontrado España su trampolín para resurgir en los Juegos Olímpicos y empaparse de gloria. Mojados se está mejor, que nadie nos seque.

Fuente:AS